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Dice la sabiduría popular : ‘El que no tiene padrinos, no se bautiza’. Gran verdad cuyo caso más representativo es Martha Fiennes -bueno, y Sofía Coppola– y que explica que yo sea una gentil laboral. Martha está muy bien emparentada, es hermana de los actores Joseph y Ralph Fiennes e hija de una escritora y un fotógrafo, amén de pareja de un músico y como ‘La ahijada’, ha realizado vídeoclips.

Nos llega su segunda película como directora, Alta Sociedad, con un toque pedante generalizado y desde su título original. El ‘chromophobia’ al que alude es una sofisticada instalación que Kristin Scott Thomas adquiere en una de sus compras compulsivas. El significado poético y el protagonismo de esta obra de arte en el filme no se lo ví y después, tampoco se lo he buscado mucho.

El argumento disecciona por nonagésima vez a una familia acomodada de vida perfecta y mansión zen que en el fondo son unos desgraciados porque son tan pobres que no tienen más que dinero. Consuelo y regocijo para los que comenzamos el fin de mes el día 15 y somos la mar de felices.

Desde su estimulante arranque, podemos ver que tras sus muros de cristal, la señora de la casa, a pesar de su comentado gusto por el arte contemporáneo, es una frívola a la que su marido le paga los vicios mientras él gana los juicios -ya que trabaja de abogado-. El niño es un Shin Chan  hiperactivo al que no le prestan ninguno de los dos la mínima atención. El entorno social de la pareja también sufre lo suyo. Ralph Fiennes es el hermano de Scott Thomas, un homosexual refinado y con querencia a los púber. El mejor amigo del protagonista, es un periodista que le utilizará para destapar un importante asunto de corrupción.

Esto en lo que se refiere a la alta cuna. Pero también hay una historia de baja cama -que se relacionará al final de la película- protagonizada por una desmejoradísima Penélope Cruz. Con el pelo como un mocho y color cetrino, la madrileña es una prostituta moribunda a la que un asistente social se empeña en ayudar y que no le quiten a su hija. La verdad es que está estupenda y baila muy bien en la barra vertical en la famosa escena que se ha difundido del filme.

La película, aunque con intencionada vocación de ser detestada,  en conjunto no está tan mal aunque sufre un descenso de interés importante hacia la primera hora de metraje que no remonta en los restantes 76 minutos. Yo, no daba crédito cuando me encontré con otra metáfora de cervatillo herido en la línea ‘The Queen’. No obstante, Martha hizo la gracia primero, ya que este filme es de 2005 y no se ha estrenado hasta ahora en nuestro país. Cuanto menos extraño, teniendo en cuenta que la cinta se presentó en Cannes ese año. A pesar de lo pretencioso de la propuesta en forma y fondo, yo la recomiendo, aunque no como prioridad -y no para todos los públicos-, ya que este viernes coincide en su estreno con otras propuestas más interesantes de las que hablaré estos días.